El actual sistema de Formación Bonificada goza de buena salud. De eso no hay duda. Se ha mostrado como la iniciativa más eficaz y segura de todo el Sistema de Formación Profesional para el Empleo por su automatismo, resultando imprescindible que sea reforzada como ejemplo de “buena práctica”.

A pesar de ello, requiere de ciertas adaptaciones a través de un proceso de flexibilización, de simplificación, de actualización del importe de los créditos bonificados y de mejora de su difusión entre las empresas que permita un incremento en su aplicación, para que se pueda hacer “más y mejor formación”.

El futuro de este sistema pasa por reducir algunas de las cargas burocráticas que aún se dan y por suprimir algunas de las restricciones existentes, de forma que se consiga que sean las empresas las que realmente decidan la formación a realizar en función de sus necesidades estratégicas, con total libertad en la elección de los centros de formación, en un mercado que no se encuentre intervenido, debiendo asumir la responsabilidad que conlleva dicha elección y financiando su formación mediante el mayor retorno posible de lo cotizado en el año anterior, sin perjuicio de que se garantice un importe mínimo para las iniciativas específicas dirigidas a las pequeñas empresas y a las microempresas.

Desde ASOLFER, como gestores especializados en el crédito formativo de entidades financieras y aseguradoras, entendemos que debe irse incrementando el crédito disponible de las empresas, ampliándose progresivamente, y que debe mantenerse la posibilidad de que se puedan acumular en años sucesivos los créditos no aplicados por las diferentes empresas.

Consideramos imprescindible que se reduzcan los plazos en los que se deben hacer las comunicaciones de inicio de cursos, además de establecerse mecanismos de excepción que permitan contemplar aquellas situaciones en las que no sea posible cumplir con los plazos establecidos, siempre que existan razones justificadas,

Debe producirse una importante simplificación de la documentación solicitada en las actuaciones de seguimiento y control, en muchas ocasiones repetitiva, de manera que sin perder  eficacia, se reduzca en lo posible el volumen de trabajo administrativo inherente al desarrollo de las acciones formativas.

Asimismo, y como consecuencia del desarrollo y de la gradual implantación de las nuevas tecnologías en las empresas, es evidente el auge que están teniendo las nuevas metodologías de formación basadas en plataformas tecnológicas dedicadas, como es la Teleformación, y/o en herramientas de comunicación colaborativas que posibilitan la interacción virtual alumno-profesor a distancia y en tiempo real.

Entendemos que resulta imprescindible mejorar el actual. Se precisa un  marco de relación Fundae/Empresas, y más concretamente para un sector tan relevante como el Asegurador y Financiero, más ágil y flexible, para todas estas nuevas metodologías de formación, diferente al del ámbito presencial, y en el que los diferentes  requisitos (duración mínima, comunicaciones, etc.), la justificación de costes, y los mecanismos de seguimiento y control se definan adaptándose a cada una de las realidades metodológicas.

Desde ASOLFER somos conscientes que se precisa una adaptación del sistema de formación bonificada, para hacerlo más eficiente y de mayor calidad, y esa necesaria renovación y puesta al día, ha de liderarse desde el mundo empresarial, que es el que mayoritariamente aporta los medios económicos para su financiación y además es el que mejor conoce sus necesidades de formación presentes y futuras. Por ello mantenemos un constante y fluida comunicación con Fundae, y otros organismos Públicos, a todos los niveles, para colaborar e informar sobre las diferentes problemáticas y propuestas de mejora que observamos en nuestra colaboración con los clientes de lector asegurador y financiero, con el fin de favorecer las modificaciones que faciliten la optimización del crédito de formación de las empresas del sector asegurador y financiero.